Comentario poético a «Las Heras y otros poemas» (Camusu, 2020), de Claudio Rosales
Por Maite Esquerré

limbo lasherino siempre van los oscuros habitantes de provincia entre frontera zanjón mueven sus cuerpos escarceos amorosos divagaciones sobre un mar que no se ve como una polvareda los nombres pasan fantasmas se reconfiguran junto a otros polvos polvo de polvo el vino en la boca cepas de américa la palabra puntazo herida que no cesa tan distintos a la rigidez son arbustos suavizados por la ternura barrial son el agua que necesita la tierra seca -qué manía querer explicar la sequedad la soledad de los cuerpos lo insoportable el desierto destellos de la siesta donde la tierra centellea y te fulminan los ojos del Matuasto conversaciones disueltas entre el polvo la ausencia de límite la aridez silencios que esquivantes arman lenguaje palabritas achaparradas caldén retortuño chañar molle piquillín jarilla, te acordás? cortaste una rama para mí la puse en el baño durante un tiempo estuvo el olor de tus manos el corte- es fuerte el zonda de agosto no vamos a alardear del otoño en Mendoza dejemos el regodeo a los turistas en Las Heras hay viajeros figurantes siluetas de la sombra border buscas lumpenaje en camisitas de Erdosain pucho bajo chopos chombi tortita raspada en la galería cutre y subterránea llegando a la terminal terminar de irse es imposible sueñan los tumberos con rumbear adonde –les parece desear solo un espejismo una ilusión lasherina ese poema sobre la pasión que escribiste en el ala este de la terminal desde donde salen los bondis a Cacheuta la palabra piringundín el pancho la Andes ya caliente el pool del Gringo las bolsas reventándole el estómago el merqueado cuerpo que la policía dejó esperanti la muerte nunca seré policía los textos que tiran las pibas de la lepra en bicis chiquititas que chetean a la distracción no duermas, reina no hay que dormir me decís y no despierto nunca de Las Heras. cementerio de animales tórrido mediodía en un baldío de Las Heras el sol te parte y fragmenta vas un poco más adelante remera negra la cabeza en negativa tu mano blanca y roja de apretar la bolsa de consorcio te sigo de atrás hacia el costado voy llorando despacito improviso una despedida muriendo se resucita a la vida eterna así sea tenía chamuyo el Armando no hizo falta dejarle una moneda para que Caronte lo cruzara empezás a cavar con una convicción ancestral debajo de un aguaribay –o falso pimiento - hasta el dolor busca la sombra alrededor todo está quemado acá los pibes vienen a paquear te cae sudor y mugre desde la cabeza el cuello intuyo que también llorás la puta gravedad de la muerte tenés la mueca deformada no voy a hacerme cargo en la espesura del desierto lasherino el pensamiento se condensa en el aire borro lo que digo le dejo las flores que me regalaste anoche la tierra pesa y las piedras interrumpen la sepultura estás arrodillado le tocás las orejitas todavía tibias y con hormigas frente al pozo renacen se nos mezclan otras despedidas la muerte no tiene propiedad
claudio c. rosales nació en la provincia de Mendoza, en 1972. Integró las redacciones de las revistas de arte y literatura Bichobolita y La Leónidas. Entre los años 2006 y 2013 fue el editor y artista visual de la colección de peosía carbónico edic. Publicó en epoesía córner, 2005; las heras, 2008: wachi, 2013; los poemas de Tecnotronic, 2015.